jueves, 16 de julio de 2015

Coherencia y mediación


Acabo de leer un interesante artículo "Comprar lo que vendemos importa". ¿Aplican los mediadores sus conocimientos a sus propios conflictos?. Está publicado en  http://revistademediacion.com/revista_articulos/15_02/, su autor es Tony Whatling, y recomiendo su lectura a todos, a los que nos sentimos parte de la familia mediadora y a quienes no. Tanto unos como otros, y no importa mucho si lo hacemos de muy diferente manera, vivimos el conflicto y el anhelo de su resolución. Vivimos todos inmersos y no podemos o sabemos escapar a esta realidad dual "Conflicto-Armonía" o conflicto-acuerdo. Está en nuestra naturaleza vivir en plenitud, y a lo largo de la experiencia vital la Vida nos propone infinidad de relaciones. Todo es relación, y nadie escapa a ella. En esta relación se fraguan todos nuestros deseos, pensamientos y acciones. No es el distinto modo de relación lo que origina el conflicto; la diversidad es lo que hace coherente y maravilloso al Universo. Es más bien la perspectiva distinta que enfrenta y no comparte, lo que nutre y da vida al conflicto. El conflicto nace de la identificación con un modo de relación que niega los demás. Es sólo la comprensión del conflicto lo que garantiza su resolución. Hasta tanto no conozcamos en profundidad al sujeto que se relaciona no habrá muchas posibilidades de trascender el conflicto. El conocernos, el autoconocimiento, el conocimiento propio es imprescindible para trascender el conflicto e instalarnos en la armonía, una armonía que permite vivir en paz y serenidad cualquier diferencia a la que llamamos conflicto. Se que para muchos esto es pura utopía.  El tema, no obstante,  sugiere distintas cuestiones que merece la pena investigar:
¿Qué es el conflicto? ¿Es conflicto sólo lo que deviene en disputa activa? ¿Qué anima al mediador a mediar? ¿Hay un algún espíritu en común a todos quienes median? ¿Es el mediador distinto del mediado a quien pretende auxiliar? ¿Puede el mediador con ayuda de técnicas y conocimientos contribuir realmente a la solución del conflicto? ¿Sería preciso que el mediador dispusiera en su acervo y capacitación de algo más para ayudar a trascender el conflicto? ¿Es ello siquiera posible?


Muchas cuestiones y muchas respuestas. No hay respuestas válidas o no válidas. Cada uno ha de mirar e investigar con sinceridad. Son bienvenidas todas las respuestas, las académicas y las que no vienen aderezadas de una loable pretensión de enseñar. Sólo el mirar conjuntamente el problema del conflicto podrá ofrecernos una solución uniforme que a todos iguale y sirva. Nuestra actividad mediadora nos ha de llevar a profundizar en este mirar sencillo que otorga comprensión. La reflexión atenta y sincera es piedra de toque, fundamental. Si no hay coherencia podremos ayudar a la resolución de conflictos, bien ajenos o propios. Esto, en sí mismo, ya sería un logro. Pero sólo si hay coherencia interna seremos capaces de trascender el conflicto personal y vivir la armonía, y desde la armonía interior contribuir más eficazmente a la solución del conflicto ajeno. Se trata de dos niveles de vivencia, de dos estados de conciencia, y ambos son nuestros y por tanto a nuestra disposición. Conozco de antemano muchas y muy variadas respuestas a este asunto. Alguna tildan a quien escribe de soñador. Se acepta todo de buen grado, pero ello no libera a quien sostiene tal opinión de tener que seguir haciendo frente al conflicto. Sin embargo, la liberación del conflicto es posible y además inevitable. Dicho de otro modo, la armonía es posible porque es nuestra plenitud, nuestra herencia y nuestro destino. Para atisbar y vislumbrar que esto es posible hay que realizar lo que yo llamo una automediación. Lograr el centro de nuestra conciencia, asistiendo a este encuentro con nosotros mismos teniéndonos también por mediados. Es necesario una atenta y sincera exposición del argumento propio, una lúcida y atenta escucha, sin pretensión alguna de buscar la autojustificación a nuestro dolor o frustración. Es condición soltar la identificación personal, mi creencia, mi deseo, mi posición, mi interés. Hay que tener la valentía y el arrojo de saber que podemos estar errados. Porque el error tiene entrada directa a una verdad superior. Es preciso hacer un acto de silencio profundo y sincero del que allegarán sin duda mejores respuestas que nos situarán en mejor perspectiva. Hay mucho en común entre la actividad mediadora y los llamados sistemas de autorrealización. Entre tanto, alabo y admiro la labor mediadora, por muy pequeña o insignificante que aparezca ante nosotros la mediación que se presente ante nosotros. Quien de corazón media en lo pequeño media en lo grande; quien colabora en la justicia se hace Justo. Siempre otorgo a la tarea mediadora sinceridad de propósito con asiento en la Realización de la Justicia y del bien común que a todos nos hermana. El Acuerdo al que todos aspiramos, lo sepamos o no, bien podría ser llamado "Fraternidad".

No hay comentarios:

Publicar un comentario