viernes, 6 de marzo de 2015

Una cuestión de Corazón

El estado de Plenitud que todos anhelamos, seamos o no conscientes de ello, es simplemente parte de nuestra naturaleza profunda, o más bien habría que decir que es nuestra Naturaleza misma. De ahí que cuando el ser realizado, el Ser que se siente y se sabe Pleno,  afirma que no tiene sentido buscar la realización nos está dando una pista. Está haciendo un guiño a nuestra intución para ver si más allá de nuestras ideas encontramos una resonancia en el Corazón. Una resonancia que se percibe como una certidumbre, como una seguridad, como una confianza plena, como una claridad a la que no hay que ponerle adjetivos ni es preciso ni necesario describir o argumentar sobre ella. Nosotros somos más que el estado de plenitud que pretendemos. Hay una Realidad que trasciende y compenetra a todo estado, hay un Corazón que está más allá de lo objetivo y de lo subjetivo. La dificultad de comprender una Realidad sin estados es que no puede ser descrita con la mente, porque la mente es tan sólo un instrumento de navegación en determinadas áreas o estados de conciencia de la Realidad. La Realidad que es Plenitud más allá de cualquier estado, ha de ser percibida con el Corazón, pues el Corazón y dicha Realidad son Uno, son lo mismo, son la Realidad sin diferenciación. La triple personalidad conformada por lo físico, lo emocional y lo mental son parte del mundo objetivo. Esa personalidad con la que estamos identificados es simplemente un estado o diferenciación de la Realidad en su manifestación objetiva. La capacidad de percepción de la diferenciación es un estado subjetivo de consciencia que nos hace percibir la separación y ver un mundo objetivo fragmentado. Esta consciencia no es algo aparte de la Realidad, como la personalidad no puede ser algo aparte de la consciencia. Sin consciencia no tendríamos noción de lo objetivo, de la personalidad, y sin Realidad la consciencia no existiría como capacidad. La expansión de la conciencia es la apertura y el abandono de la mente como instrumento, es la rendición de la mente en la Consciencia que la comprende. La aceptación de la Realidad  es la sumisión de la mente a una consciencia omnipresente que Es y Existe en y como la Realidad. A nivel de formulación mental podría servir el decir que la Realidad se muestra objetiva y subjetivamente en mútliples graduaciones, desde lo más denso a lo más sutil, y que a cada elemento objetivo denso o sutil le es inherente una conciencia menor o mayor en grados tan distintos como manifestaciones de la Realidad. Pero todo, ya sea objetivo, subjetivo o consciencia, todo es Realidad. Nada existe ni puede ser percibido si no es esta Realidad. Darse cuenta de esto es abrirse al Corazón como sede de toda posible comprensión y consciencia. La palabra Corazón, encierra en sí misma la conciencia y significado de una Consciencia Mayor que Es Realidad. Intuirlo es estar a las puertas de casa, porque el Corazón es nuestra Identidad última como Ser, de donde todo procede y a donde todo vuelve, es Esencia y Origen, es Padre y Madre fuentes de Vida. Lo sencillo y trascendente es que nadie está separado de esta fuente Padre-Madre, nadie es distinto de esta Vida, nadie es algo distinto que este latir del Corazón. La mente sólo se rinde cuando se sabe parte del Corazón. La mente sólo descansa cuando se rinde al Corazón.




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